martes, 21 de julio de 2009

“Como un eco lejano…” (Parte II)

Syrigma

Por: Sor Beatriz Alceda Pérez, O.I.C.

Artículo publicado en www.clasicamexico.com, el 11 de agosto de 2008.

“Como un eco lejano…” (Parte II)


Uno de los aspectos más notables que no podemos dejar en el tintero es el esfuerzo que hizo Miguel Bernal para que se cumplieran las disposiciones litúrgicas y musicales de la Iglesia católica promulgadas en el Motu Proprio (1903) del Papa San Pío X, aunque para ello tuvo que superar infinidad de obstáculos y dificultades y emprender acciones para la correcta formación de los “Músicos de Iglesia” y la educación musical del pueblo con el fin de alentar su participación en los actos litúrgicos. A mi juicio ésta es una de las aportaciones más importantes que nos dejó el compositor (y que deberíamos retomar seriamente), aunque desafortunadamente, este trabajo quedó truncado casi indefinidamente, por su repentina muerte, como ya habíamos comentado en alguna ocasión. Como muestra de este esfuerzo casi extenuante por difundir la correcta composición y ejecución de la música sacra tenemos algunos artículos publicados por él como son “Nacionalismo y música sagrada” y “La música sagrada y moderna” entre otros.

Promovió la ejecución del canto gregoriano conforme a la interpretación de Solesmes, la fundación de escuelas de música sacra e invirtió gran parte de su tiempo a la investigación y restauración de la música antigua de México. De hecho Miguel Bernal es considerado como uno de los pioneros en el campo de la investigación y la musicología del período novohispano por los hallazgos del Archivo musical del Colegio de Santa Rosa en Morelia, que como todos sabemos, sería más tarde el Conservatorio de las Rosas.

Miguel Bernal no sólo fue un gran músico, buen conocedor de la liturgia de su tiempo y un virtuoso en el órgano, sino que también fue poeta, gran amante de las artes y una persona con un exquisito y fino sentido del humor, hombre hogareño y apasionadamente enamorado de su esposa María Cristina. Entre sus muchos escritos hay uno que me es muy grato porque nos recorre un poco el velo de su intimidad y nos revela la intensidad de su oración. Este “Salmo” lo encontramos publicado en un cuadernillo de villancicos navideños publicados post-mortem, en 1995 por su esposa Ma. Cristina. Entresaco de allí algunas líneas de entre las cuales se haya la frase que utiliza la maestra Lorena Díaz Núñez para el título de su libro sobre la vida de Miguel Bernal J., y que yo también utilicé para presentar este artículo:

“Señor he nacido para cantar tus alabanzas

o he vivido en tu casa como un jilguerillo.

Dejaste caer en mi alma un destello de tu hermosura

y me hiciste artista para que viviese enamorado de Ti…

… Por doquiera te escucho y te persigo,

amada Voz de la Belleza increada,

y voy en pos de Ti ‘como un eco lejano’ y torpe,

dulce y obediente.

En mi pecho arde un secreto anhelo, Señor,

que mi canto sea agradable a Ti y también a los hombres.

Tu dedo sabio y hermoso, omnipotente y compasivo

pulse graciosamente una cuerda de mi lira,

y los corazones humanos,

como débiles arbustos, se conmoverán…”

…Agíteme vanamente, por entre las sombras, mientras viva,

cante al silencio y a la soledad, mientras tenga voz;

pero, apenas haya muerto, del polvo de mis huesos levántese mi canto,

como una nubecilla que poco a poco crezca hasta envolver toda la tierra…

…En el último día de los tiempos ésta será mi última alabanza,

la obra maestra que no pude crear.

Señor, te doy gracias por haber vivido,

te doy gracias por haberte amado”.

Es sólo una selección frases. El “Salmo” recorre nombres y momentos históricos de algunos de los grandes de la música y de vez en vez Bernal J., mezcla su historia personal con sus propios altibajos, sus incertidumbres y sus anhelos. Hay partes que, uno como músico, no puede dejar de sentirse identificado con sus sentimientos y emociones. Les recomiendo leer el “Salmo” completo que pueden encontrar el siguiente blog: lamusicasacra.wordpress.com

(Continuará...)



sábado, 11 de julio de 2009

"Como un eco lejano" (Parte I)

Syrigma

Por: Sor Beatriz Alceda Pérez, O.I.C.

Artículo publicado en www.clasicamexico.com, el 11 de agosto de 2008.


“Como un eco lejano…” (Parte I)


El 26 de julio celebramos el 53º aniversario de la muerte de un gran músico y compositor mexicano que dedicó gran parte de su vida artística a la composición, restauración y difusión de la música sacra. Es una de esas figuras que admiro mucho, tanto por su excepcional musicalidad, como por su excelente formación litúrgica y su sensibilidad de lo “Divino”. No quise dejar escapar esta ocasión de hablar aunque sea muy someramente de la vida y obra sacra de Miguel Bernal Jiménez precisamente ahora que acaba de pasar su aniversario luctuoso. Así que comenzamos nuestra aventura sacro-musical de esta ocasión.

Recordemos primeramente algunos aspectos importantes de su vida. Miguel Bernal Jiménez nació en Morelia, Michoacán el 16 de febrero de 1910. A los siete años ya lo encontramos como niño cantor de la Catedral de su ciudad. Gracias a una beca por parte del arzobispado de Morelia pudo estudiar en Roma, en el Instituto Pontificio, donde obtuvo 3 maestrías: Canto Gregoriano, Composición y Órgano, pero durante su estadía en la Ciudad Eterna pasó por muchas dificultades económicas para poder terminar sus estudios. Concluida su formación musical regresó a Morelia, en 1939 y a partir de entonces se dedicó de lleno a la música y asuntos relacionados con ella. De hecho fue el primer organista litúrgico, perfectamente bien formado y preparado, de la Catedral de su natal Morelia.

En 1940 contrajo matrimonio con María Cristina Macouzet con quien tuvo 11 hijos. Gracias a su esposa, a algunos de sus hijos y a la maestra Lorena Díaz Núñez, musicóloga del CENIDIM podemos contar con un archivo en el que están recopiladas y catalogadas la mayoría de sus obras. En 1944 formó el coro de los “Niños Cantores de Morelia” y en 1945 fundó, con 30 socios más, el Conservatorio de las Rosas, igualmente en Morelia, Michoacán. También le debemos la fundación de la revista sacro-musical “Schola Cantorum”, que al parecer ha sido la revista más longeva de nuestro país. Escribió infinidad de artículos tanto para su revista como para otros medios de comunicación. También realizó giras por Europa y América dirigiendo sus propias obras y visitando lugares de importancia musical. En 1953 se trasladó a Nueva Orleáns, Estados Unidos, con parte de su familia, donde impartió clases en la Universidad de Loyola y posteriormente fue nombrado director de la Escuela de Música de dicha ciudad. También fue director del coro de la Catedral de San Luis y del coro del Colegio del Sagrado Corazón y miembro del Comité Directivo de la Orquesta sinfónica de Nueva Orleáns. Además, todavía se dio tiempo para mantener relaciones estrechas con algunos sus contemporáneos, entre ellos Carlos Chávez, Manuel María Ponce, Manuel Ponce Zavala, José Pablo Moncayo, Julián Carrillo, Jesús Estrada e Ignacio Mier Arriaga, pero sobretodo para componer un gran cantidad de música, sobre todo sacra.

Entre sus más de 250 obras hasta hoy catalogadas podemos encontrar música vocal, música para órgano, para piano, música para guitarra, para cuarteto de cuerdas, para conjunto de cámara, conciertos, ballets, óperas, música incidental y un largo etcétera. Pero a pesar de su producción tan extensa, la mayoría de nosotros lo ubicamos como el compositor del “Cuarteto Virreinal” que es una sonata para cuerdas que tiene como tema principal la melodía mexicana popular de “La víbora de la mar” en el primer movimiento y “Naranja dulce, limón partido” en el segundo… ¿la recuerdan? También hemos escuchado en una de las estaciones radiofónicas de música de concierto, en frecuencia modulada (Radio UNAM), el “Concertino para Órgano y orquesta” utilizado como rúbrica para abrir y cerrar las transmisiones de cada día de dicha estación. A mi parecer es una de las obras para órgano y orquesta mejor logradas de su tiempo, tomando en cuenta que no hay mucho repertorio para esta dotación... (Continuará...)